¿Voluntario a los 70?


La participación libre y desinteresada con fines benéficos es lo que caracteriza al voluntariado. Todos podemos participar y dedicar algo de nuestro tiempo a ayudar y colaborar con ONG’s, asociaciones y demás agrupaciones que, a su vez, centran sus esfuerzos en asistir a distintos colectivos. La solidaridad entre seres humanos es crucial en los tiempos en que vivimos. Tradicionalmente, esta labor, la del voluntariado, era desempeñado principalmente por los más jóvenes. Pero en los últimos años se ha constatado un mayor aumento de los más mayores, involucrándose cada vez más con la actividad altruista que supone el voluntariado.

La figura del mayor como persona voluntaria supone un valor añadido puesto que éstos poseen mayor conocimiento del medio social, ya que han sido testigos de primera mano de la evolución de la sociedad donde ahora prestan sus servicios.

Pero no solo la sociedad se beneficia del voluntario mayor, éste también recibe una serie de “recompensas”, aportándole muchas ventajas:
  • Sentimiento de utilidad. El hecho de ayudar con nuestras acciones a otros que lo necesitan, refuerza nuestro sentimiento de valía que, al mismo tiempo, nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos.
  • Relaciones sociales. En muchas ocasiones, implica relacionarnos con los demás, ya sea con los usuarios o con los demás voluntarios y personas que participan en la misma actividad. Ello es especialmente útil para evitar el sentimiento de soledad.
  • Bienestar emocional. El voluntariado nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos, mejorando nuestro autoconcepto y nuestra autoestima.
  • Salud física. Puesto que hemos de movernos y esto hace que repercuta en nuestra salud física.
  • Salud mental. Ayuda a amortiguar los síntomas de la depresión ya que nos “obliga” a salir de casa, interactuar con los demás y compartir experiencias.

A esta lista de beneficios habría que sumar el hecho de que desempeñar esta encomiable labor nos libera de la rutina diaria. Del mismo modo, contribuye a cambiar o ampliar nuestra visión sobre la vida.

En conclusión, la actividad voluntaria supone grandes beneficios tanto a la persona que presta su tiempo, como a los usuarios que tanto necesitan de ese apoyo. Con ello, se alcanza un poquito más el equilibrio social basado en la solidaridad entre las personas. Las pequeñas acciones que aportamos de forma individual, pueden suponer grandes cambios en la vida de otra persona e, incluso, en la nuestra propia.

Una recomendación: averigua cuáles son tus intereses, qué se te da bien hacer, busca una organización que persiga esos objetivos y ¡manos a la obra! Y, recuerda, con el voluntariado todos salimos ganando.


 “Todo lo que hacemos es una gota en el océano, pero si no lo hacemos, esta gota siempre faltará”

Teresa de Calcuta